El de las árbitras siempre ha sido un debate a la orden del día. ¿Por qué hay tan pocas? Sin duda, son muchos los factores que determinan la presencia de las mujeres en el estamento arbitral no sólo del balonmano, sino del deporte en general. Son muchas las investigaciones que determinan, incluso, que sistemáticamente las mujeres sufren más dificultades que los hombres a la hora de ejercer este rol y desarrollarse en este campo.
Lo cuenta la consultora deportiva Ainhoa Azurmendi Echegaray (Hernani, 1978), quien también ejerce la docencia en la Universidad del País Vasco (Psicología Deportiva) y cuenta con un Máster en Igualdad de Mujeres y Hombres y un Doctorado en Psicología. Ese último título fue, precisamente, el que la llevó a realizar una investigación sobre árbitras y entrenadoras, y es por eso que Playmaker | Women’s Handball quiso saber su opinión en relación al debate. Sobre todo a raíz de la sonada polémica que suscitó la decisión que tomó la Federación Europea de Balonmano (EHF) en su día, al designar sólo mujeres para arbitrar el Campeonato de Europa 2020 disputado en Dinamarca.
Azurmendi salió a favor de la decisión de forma muy clara, y si bien gran parte del público (al menos la que en su día se quiso pronunciar al respecto) probablemente hubiera considerado esta opinión “equivocada”, su cualificación más que probada y sus argumentos basados en una formación que ni falta hace justificar, hacen que el debate tome peso y sin duda se torne aún más interesante. “No se trata de crear guetos de mujeres con mujeres, ni nada por el estilo pero, ante una situación de desigualdad como la que existe, porque las investigaciones demuestran que este problema existe, ante eso y como medida transitoria que responda a una estrategia dentro de un plan para la igualdad, esto me parece necesario”, decía contundente.
Sea cual sea la opinión de cada uno al respecto, el estamento arbitral y sobre todo las mujeres que son o han sido o quieran ser parte del mismo, merecen recibir hoy el foco necesario para que se pueda crear un espacio de debate formado. Quizás así, en consecuencia, una solución futura a corto plazo deje de ser mera utopía.
Playmaker: ¿Cuál fue tu primera impresión al conocer que el Europeo 2020 iba a constar únicamente de mujeres árbitras?
Ainhoa Azuemendi: Pues la verdad es que yo lo tengo muy claro. De hecho ya he dado mi opinión sobre temas relacionados anteriormente, por ejemplo cuando hubo tanta crítica porque en la Liga de Fútbol Femenina se decidió que, sobre todo, hubiera mujeres árbitras. Me parece una iniciativa muy buena. Pienso que es necesario y que es una medida más que se debía adoptar como parte de las diversas estrategias que se deben seguir dentro de las políticas de igualdad. Es decir, es una medida transitoria que se aplica para que una situación pueda cambiar en el futuro. Cuando esto haya cambiado ya no será necesaria, pero ahora mismo, en este caso, creo que sí lo es y que es positiva.
PM: Citando a muchísima gente que se ha pronunciado al respecto, ¿no se le “resta valor” a la competición al no designar a algunas de las denominadas mejores parejas arbitrales por querer que todas sean mujeres?
AA: Al revés. Es que creo que aquí partimos de un complejo, de hecho. En la tesis que hice sobre entrenadoras y árbitras era curioso ver cómo las mujeres aspiraban a arbitrar en disciplinas de la categoría masculina porque ésta tiene un reconocimiento social mayor. Entonces, cuando se las designaba sistemáticamente a arbitrar mujeres, eso les producía cierto complejo, se preguntaban por qué no las designaban con los hombres. Es decir, que ya de partida nosotras mismas valoramos más esa competición. Aquí hay varios temas y hay que tenerlos en cuenta todos. Tanto en cuanto implica mayor cuantía económica arbitrar el masculino, entonces ahí de entrada partimos de una desigualdad salarial, porque de inicio la propia organización de la competición está valorando de diferente forma económica una y otra.
PM: Y ¿cómo se otorga valor a una competición?
AA: Primero, destinando los mismos recursos. Ese es uno de los caballos de batalla por parte de las organizaciones deportivas. A nivel internacional, si estamos hablando de grandes competiciones, lo suyo es que una federación gaste los mismos recursos, por ejemplo, pagando igual a todas las parejas arbitrales. Ahí ya estamos eliminando una barrera principal, que es el reconocimiento salarial o la valoración del puesto de trabajo. Si eso no existiera no habría problema, o por lo menos ese, que es importante, ya lo hubiéramos tumbado; porque si no luego las mujeres dirán, “ahí se cobra más, ahí va más gente a ver, entonces aspiro a eso”, como si eso fuera de base ‘lo bueno’ y lamentándose por ser designadas con con mujeres.
Ante tal situación, yo le doy la vuelta a esta lectura y digo que hay varios motivos por los que defiendo que transitoriamente es bueno que las mujeres estén con mujeres. Primero, y lo más importante, porque hay una clarísima menor presencia de mujeres y niñas. ¿Y cómo rompemos ese estereotipo? ¿Cómo animamos a las mujeres a visualizar que un futuro es posible en lo que respecta a este rol específico en el ámbito del deporte? Entre otras cosas, generando referentes. Y para eso las niñas necesitan tener cercanía, verlas, identificarse con ellas; creo que designar mujeres a arbitrar mujeres forma parte de dignificar el estatus y el rol de las mujeres árbitras dentro de una competición que necesita, por supuesto, garantizar calidad en oferta.
Luego, a tener buenas árbitras le agregas hacer una buena publicidad, ofrecer una buena cobertura, presencia en los medios. Todo en su conjunto, tanto la parte de distribución de recursos económicos, como humanos y materiales, lo que es un compendio necesario para vender bien una competición y dotarla de los mismo recursos, o por lo menos igualitarios, con respecto a la masculina. Todo eso se tiene que tener en cuenta porque sabemos muy bien que eso repercute en el interés que genera.
Claro que si partimos de argumentos, que para mí están trasnochados, como el de decir “te pagamos según lo que generas”, pues apaga y vámonos, porque en términos de igualdad ese argumento no sirve para nada, porque sabemos que existen unas mayores dificultades para el desarrollo del deporte femenino en general; en algunos deportes en particular, y ni que hablar de algunos estamentos en concreto. Entonces, a mí me parece superimportante que las niñas se puedan identificar con mujeres.
Luego hay otro tema que nos corresponde a las propias mujeres, que es el de dignificar el estatus, dotar de calidad por nuestra parte también la propia competición de mujeres y defenderla. Tener conciencia y decir “yo también quiero luchar porque esto sea de nivel, que tenga una gran proyección, y yo asumo la responsabilidad de que tengo un papel determinante en esto”. ¿Por qué voy a pensar que supone mayor nivel ir a arbitrar a chicos, como me decían a mí en las entrevistas de mi tesis? Pues porque es lo que hemos visto siempre, y es cómo ha sido nuestra socialización y nuestro itinerario deportivo siempre, independientemente de si he sido jugadora y después árbitra, o directamente he sido árbitra sin haber participado en otros estamentos.
“Cuando se hacen este tipo de políticas o se toman este tipo de decisiones, hay que pensar a largo plazo y en lo que más conviene”
Además hay otros temas, por ejemplo que aquellas que tienen una larga trayectoria arbitral generalmente han estado solas, se han rodeado de un equipo de chicos con los que se han llevado muy bien, que las han ‘protegido’ y las han apoyado, y es con quien se les ha solido hacer el itinerario. Entonces generalmente prefieren que se las designe junto a su tradicional pareja arbitral, y en esa tesitura se mezclan cuestiones tanto organizacionales como individuales. Por eso, cuando se hacen este tipo de políticas o se toman este tipo de decisiones, hay que pensar a largo plazo y en lo que más conviene. A veces podrás arbitrar con tu pareja chico, y otras veces pues tendrá sentido que lo hagas con mujeres para, por ejemplo, ser mentora de esas generaciones que están empezando. La figura de mentor es superimportante, porque de esta manera estás ayudando a las más jóvenes, ellas se están proyectando en ti y eso, de alguna manera, ayudará y repercutirá en su mayor adherencia y su continuidad en este rol. Porque no olvidemos que uno de los motivos porque las mujeres abandonan estos estamentos son los sentimientos de soledad, o todo lo que supone que se metan contigo, que cuestionen tus capacidades, y todo esto. Entonces, el hecho de que generen espacios propiamente de mujeres lo que hace es fortalecer la permanencia y la identificación en el grupo.
Desde la psicología social y del deporte tiene todo el sentido. Ya después, una vez que se normaliza de alguna manera la presencia de las mujeres en el estamento, no habrá problema y no importará que te designen con chicas o chicos, pero ahora mismo, tal y como tenemos estructurado el mundo, la sociedad y sobre todo el ámbito del deporte, con un binarismo tan claro y una diferenciación sexual de absolutamente todo, ahora sería querer correr sin saber andar. Y no me refiero a los conocimientos de las mujeres sino a algunos pasos que considero que tienen que darse antes para que se normalice la presencia de las mujeres en estos estamentos que todavía son absolutamente masculinos.
Luego ya si entramos a analizar algunos deportes, en el caso del balonmano es verdad que ha habido una mayor permeabilidad del sistema para que las mujeres entren en ese estamento, pero vamos viendo lineal el informe… Entonces por eso es superimportante, para mí, que desde la IHF o la EHF en este caso, se tomen este tipo de medidas en competiciones tan importantes precisamente para eso, para fomentar la presencia de mujeres, crear referentes, que las niñas se proyecten y que quizás, dentro de sus planes, cuando dejen de jugar (si lo hacen) se planteen ser árbitras. Y ésto no es incompatible con ir generando otras medidas que puedan ser además intercaladas, como por ejemplo que se vayan generando designaciones en competiciones masculinas y al revés.
Yo creo que la propia organización es quien puede romper, o quien tiene mucho poder para romper con ese estereotipo, y no es más que hacer una planificación. No es cuestión de mujeres con mujeres y ya, porque sois mujeres; todo lo contrario de hecho. Se trata de reivindicar de alguna forma ese espacio de calidad, crearlo y que las mujeres participen en eso.
"Ésto no es incompatible con ir generando otras medidas que puedan ser además intercaladas".
PM: Una de las cosas que más ha chirriado sobre el tema, entre otras cosas, es que una de las parejas arbitrales (masculina) con más experiencia en estos grandes torneos femeninos se ha quedado fuera...
AA: Verás, es que esto depende de una política. Al final cuando tú identificas que hay una situación de desigualdad, de poco sirve que digamos “el tiempo dirá, los mejores son los mejores”. Porque cuando tú quieres romper esa cadena por algún lado, hay que establecer criterios y para eso hace falta una planificación. Si quieres fomentar la igualdad, tu criterio no puede ser “los mejores” porque eso es que te falta formación en igualdad. Se establecen criterios diciendo “bueno.. ¿puedo establecer un itinerario en base a unos criterios de calidad que combinen algunos factores?”, quiero decir, el sexo vale, pero ¿otros? Por ejemplo, ¿cuáles han sido las oportunidades de ascenso, o de poder pitar en otras ligas? Es que hay que mirar atrás porque generalmente es posible que las designaciones se hayan hecho más bien ‘a dedo’, siendo más informales que formales. Y no, todo tiene que estar dentro de una estructuración de una política de igualdad dentro de una organización deportiva.
Por eso decía que muchas veces cuando mucha gente utiliza ese argumento trasnochado de “a mí me da igual el sexo, quiero al mejor”, es por falta de formación, pero hay que ver qué hace el sistema para garantizar que eso pase. Porque las investigaciones lo que nos dicen es que las mujeres, para empezar, no se proyectan en ese estamento, en ese rol, con lo cual no planifican una carrera que te lleve a ser la mejor árbitra u oficial en un campeonato, que las lleve a pensar “yo quisiera estar ahí como las noruegas pitando un campeonato internacional”, por ejemplo. Pero no, yo soy jugadora de balonmano y mi aspiración como jugadora de balonmano ¿es pitar una competición de los JJOO masculina? ¿Por qué? ¿Por qué una niña pensaría así? Pues porque o no se ha podido proyectar o porque no existe el reconocimiento social que merece. Por eso el punto de partida debe ser primero dotar de la misma calidad y el mismo valor la competición de las mujeres, y las propias mujeres tenemos mucho que decir en eso, porque si nosotras mismas renegamos porque creemos que es rebajarse de nivel...
Es un proceso y no quiere decir que no puedan ser las mejores, pero tal vez es que no han tenido esa oportunidad. En cambio si tú estableces esa planificación que menciono, dentro de unos años vas a tener seguro a las mejores, y mujeres. Y claro que en un futuro el objetivo debe ser que esto sea indistinto, que no importe, pero en estos momentos el sexo sí importa; y aunque nos empeñemos en decir que no, la presencia de mujeres es minima en este estamento y en algunos deportes más, entonces mejor no nos hagamos trampas jugando a las cartas en solitario.
"Claro que en un futuro el objetivo debe ser que esto sea indistinto, que no importe, pero en estos momentos el sexo sí importa".
Porque realmente importa porque las mujeres tienen más obstáculos, tanto de carácter personal como organizacional. Porque no se establecen criterios que permitan de una forma clara y transparente, con medidas transparentes de designación, que las mujeres vean claramente cuál es el itinerario que tienen que seguir para poder ser árbitras internacionales. Pues tanto en cuanto no exista eso, van a seguir existiendo esos obstáculos organizacionales también, y por supuesto los socio culturales. Aquello de “qué pinto yo aquí, que encima van a cuestionar mis capacidades en esto, porque además no hay ni una mujer así que no se me espera en realidad, porque no se espera a las mujeres en este ámbito”.
PM: Por tanto, ¿en estos momentos usted sí defendería que mujeres arbitren mujeres y hombres arbitren hombres?
AA: Sí, pero no como una cosa estanca. Lo que quiero decir es que desde el principio debemos establecer una política de igualdad. Imagínate que soy una federación y quiero fomentar la presencia de mujeres en todos los estamentos, hacemos una planificación o un proyecto para eso, que es lo que la gente no suele hacer. Dentro de un plan yo tengo diferentes estrategias, y una será incrementar el número de mujeres en los cursos. Entonces, por ejemplo, se presentan al curso de arbitraje 4 chicas: dos lo dejan en el segundo curso y otra lo deja poco más tarde.
Las que normalmente continúan, como digo, es porque han estado rodeadas normalmente de un grupo de apoyo con chicos árbitros con los que se llevan super bien, son su principal grupo de apoyo y con el que siguen. ¿Pero cómo hacemos para mantener a las otras? Lo primero, una formación que sea adecuada. Luego, un itinerario de designación que tanto una mujer como un hombre pueda ver claro desde que entra, y por tanto tenga muy claro cuál es el proceso para ascender de categoría, para que se le valore. Porque esos criterios normalmente no son formales y transparentes. Tú cuando empiezas la formación arbitral eso no es algo que te lo vayan a decir claramente, entonces eso es superimportante. Y algo con lo que insisto, porque me parece importante también, es incluir dentro de esas estrategias la de generar referentes para que más mujeres quieran apuntarse a esa formación, que además va a contribuir a tu propia organización, a tus cursos arbitrales, por lo que comentaba anteriormente de la representatividad.
La propia organización tiene que garantizar que está dotando de los mismos recursos a las dos competiciones, sea el Europeo masculino o femenino. Porque si a las mujeres nos hacen creer que nos relegan, como si fuera menor nivel arbitrar chicas, que es bajar nuestro nivel, pues ahí mal vamos. Lo que decía es que la intervención tiene que estar a distintos niveles y que a nivel individual las propias mujeres tenemos que convencernos de que lo que hay que reivindicar es que sean ambos del mismo nivel, de la misma calidad.
Por supuesto económicamente la Federación lo tiene que valorar, y cada vez tiene que haber más niñas que quieran jugar a este deporte, porque así va a haber tecnificaciones y va a mejorar la calidad de la propia competición y paralelamente vamos a tener más investigaciones en este ámbito; cuanto más conocimiento se genere, más calidad va a tener cada competición.
En estos momentos, para mí, prevalece la estrategia de querer fomentar la figura de las mujeres en el arbitraje, porque es menor a la de los hombres, mucho menor.
PM: En el caso de aquellos hombres que sí prefieran arbitrar mujeres, ¿qué se les dice? Porque esas personas sí aspiran a pitar en la categoría femenina, por tanto ¿no sería esto un mensaje contraproducente?
AA: Yo aquí lanzo otra pregunta, ¿justo tiene que ser en este Europeo? Es decir, ya comentamos que esta medida no se vislumbra como algo estanco, para siempre. Entonces esto es como cuando alguien te pregunta: “¿Los hombres no pueden participar en la Lilatón?” Y tú dices “¿justo en la Lilatón tiene que ser?¿No puede ser en otra cualquiera?” Es decir, en un futuro la carrera Lilatón no va a tener sentido que exista, porque se habrá normalizado el hecho de que las mujeres salgan a correr cuando quieran, donde quieran, y con cualquier edad sin pasar vergüenzas ni nada. Pero a día de hoy, por todo ello, aún si lo tiene. Pues esto es igual.
Lo que pasa es que los hombres que tienen algunos privilegios, que no estoy hablando de personas en concreto, en estos casos lo que tienen que hacer es dar un paso a un lado y dejar pasar. Por eso digo que es importante, y para que la gente lo entienda (los propios árbitros en este caso), si yo como organización tengo una estrategia clara, no te estoy relegando, te estoy mostrando que es una estrategia mía temporal para que se produzcan cambios en una situación de partida que es de desventaja. No quiere decir que no cuente contigo. Como por ejemplo ocurre con el tema de los hombres entrenadores. ¿Qué pasa que no queremos hombres entrenadores con mujeres? No, para nada, no estamos hablando de eso, estamos diciendo que tendremos que generar espacios para que haya más mujeres y eso supondrá que algunos que están acomodados se tengan que mover a un lado.
Esto no quiere decir que no queremos que haya hombres, porque creo que en el futuro el sexo no será un factor determinante, pero ahora la gente cuando dice “a mí me da igual, que sea el mejor”, pienso “ya, pero es que eso ahora mismo no es así”. Porque los datos lo que nos dicen es que existen desigualdades, entonces ante las desigualdades, si pretendemos que las soluciones sean cuestión de tiempo pues seguiremos como hace 30 años, hablando del tiempo.
"Yo como organización tengo una estrategia clara, no te estoy relegando, te estoy mostrando que es una estrategia mía temporal para que se produzcan cambios en una situación de partida que es de desventaja. No quiere decir que no cuente contigo".
PM: Hubo mucho revuelo en las redes sociales con comentarios del estilo de “claro, todo mujeres, pero luego pedís igualdad y luego queréis pitar en la competición masculina”. Es decir, al público lo que le llega al fin y al cabo es un mensaje bastante plano y simple, y aunque cada cual sea dueño de sus pensamientos y sabe si quiere o no reflexionar sobre ello, ¿qué se puede hacer ante esto?
AA: Claro, la gente cuando dice “¿Esa es la igualdad que queréis?”. Para mí ese no es ningún argumento, la verdad. Esas personas, para empezar, no tienen una formación en la materia para dar una opinión cualificada, porque desde luego las personas que defendemos la igualdad no estamos diciendo que queremos generar guetos ni mucho menos. Pero las investigaciones y las políticas sí que nos muestran que es necesario crear espacios propios para que se produzca un avance, por muchos motivos.
Está justificada la necesidad de generar espacios, sobre todo para romper unos problemas que nos han surgido a través de la socialización, como que nosotras mismas no confiemos en nuestras capacidades o, por ejemplo, algo muy curioso que me dice mi investigación: Mujeres con mayor cualificación en arbitraje a las que les preguntaba si querían ascender de categoría y decían “todavía me falta un poco yo creo, con paciencia, primero quiero acabar este nivel”. En cambio, hombres con menor cualificación decían que sí, que subirían de categoría directamente. O sea, el propio sistema lo que ha hecho es facilitar el ascenso y el itinerario deportivo de los hombres. En cambio para las mujeres hay mayores obstáculos, y hay que insistir en que algunos son personales, otros organizacionales y otros que la propia sociedad nos pone; y todos esos al final se retroalimentan.
Por ejemplo, yo personalmente puedo pensar que no tengo las capacidades o tengo inseguridades, y además la organización me designa siempre a las categorías base o con las mujeres que menos valorado está, porque encima se recibe menor retribución. Y luego, socialmente, no se espera de mí que yo sepa tanto como un hombre porque no es mi espacio, porque estoy irrumpiendo en un espacio tradicionalmente masculino, entonces eso repercute otra vez en mis inseguridades. ¿Dónde rompes todo ese sistema? Por algún lado se empieza, y yo creo que las entidades deportivas tienen una parte fundamental, desde un punto de vista organizacional. Las federaciones y los clubes, en este caso la EHF. Si establece un plan para que haya más mujeres árbitras, y dentro de ese plan se toma esta decisión, se entiende perfectamente que una de sus estrategias sea la de que designen a mujeres con mujeres en el Europeo para darle importancia.
PM: Había una pareja arbitral noruega compuesta de dos mujeres que llegó a ser la mejor en Noruega y se retiraron porque no les daban las oportunidades que les deberían corresponder por su posición. Ellas sentían que el paso natural a dar en su carrera era el de arbitrar la máxima competición de hombres...
AA: Si para mí hoy en día mi techo es el que es, que puede ser la masculina, hay que preguntarse “¿y eso por qué?”. No por el hecho de que yo quiera arbitrar hombres, sino ¿por qué yo misma estoy valorando más esto? Claro, lo hago de alguna manera contaminada por lo que me ha enseñado el sistema: que se cobra más, que se retransmite más, que tiene más difusión. Por eso la clave está en los discursos de la gente, si está formada en género o no. En Noruega, por ejemplo, tienen mucho más avanzado todo el tema de las políticas públicas de igualdad, incluso en el deporte. Pues seguramente tendrá más interiorizados ciertos discursos que digan que no es necesario que las mujeres estén con mujeres.
Entonces, estas mujeres en su momento dirían, “no puedo aspirar a más, lo máximo en estos momentos es esto” ¿Por qué? Porque en esos momentos probablemente la competición femenina estaría a la altura del betún porque no la valorarían lo suficiente. Ahora sí, como existe una política, y se está viendo, existen cada vez más medidas para fomentar la participación de mujeres, o por lo menos para tener mayor presencia. Otra cosa es cuán organizadas estén, cuán reales sean y si producen cambios estructurales a largo plazo. Probablemente, si tienen consciencia, y siendo noruegas tendrán más conocimiento sobre las políticas de igualdad que otras personas, dirán eso.
"Ante las desigualdades, si pretendemos que las soluciones sean cuestión de tiempo pues seguiremos como hace 30 años, hablando del tiempo".
Lo que hay que hacer es valorar igual las competiciones de las mujeres que las de los hombres, en todos los sentidos, y ya verás cómo el público empieza a valorarlo igual. Entonces en un futuro dará igual, porque eso no será un problema, porque las dos competiciones estarían igualmente valoradas en todos los niveles, no sólo desde la propia federación, sino a los ojos de todas las personas que hacen balonmano, la sociedad, la tele, la publicidad.
Pero no estamos ahí ni mucho menos, e insisto en la idea de que eso no me parece incompatible con generar otro tipo de estrategias paralelas que confluyan en el tiempo, que puedan ser designaciones mixtas, designar a mujeres en competiciones de hombres, o a hombres en competiciones de mujeres. En definitiva, ir combinando diversas estrategias en distintos campeonatos en función de la situación y de las necesidades que esta requiera a ojos de la organización.
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