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"La clase es eterna"

Nagore Odriozola | BUDAPEST, 6 de junio 2023


El pasado sábado por la noche las menciones de Andrea Lekić (Belgrado, 1987) en redes sociales debieron arder incluso más de lo habitual. La comunidad internacional de nuestro deporte debía estar aún procesando la masterclass que acababa de dar la serbia sobre el 40x20 del MVM Dome de Budapest ante más de 20.000 almas. Entre ellas, no sé ni cómo, servidora. Recuerdo salir del estadio ‘en shock’. Hacía muchísimo tiempo que no disfrutaba tanto y de esa manera de un partido de balonmano.


La épica del ‘Fradi’, remontando al Team Esbjerg en una semifinal europea, culminada con ese gol sobre la bocina de Emily Bölk, fue una auténtica locura. De hecho, la alemana tuvo que sentir el estallido del público para darse cuenta de que sí, que efectivamente ese balón entró y acababa de meter a su equipo en la gran final de la EHF Champions League.

Recuerdo la euforia y los gritos en la grada. Y las lágrimas irremediables, los abrazos entre unos y otros, conocidos y extraños, daba igual. Mientras tanto, prácticamente a la vez, las jugadoras del Ferencváros sobre la pista también hacían lo propio. La incredulidad en el rostro de alguna era notable, mezcla entre darse cuenta de que aquello era algo extraordinario y la forma tan inverosímil a la hora de conseguirlo. Probablemente ni en sus mejores sueños hubieran imaginado ganar así una histórica semifinal del campeonato más prestigioso del mundo. No tengo certezas sobre esto, pero tampoco dudas.


De entre todo ese mar de mensajes una de las frases que más me cautivó, de las tropecientas que le dedicaron a la ‘maestra’ de Belgrado aquella noche, fue la de su amiga y ex-compañera de equipo Itana Grbić. Y es que, la internacional montenegrina vino a decir algo así: “el estado de forma es transitorio, la clase es eterna”, y me pareció que no podía resumirse mejor.


Pasado el ‘shock’ inicial post-partido y volviendo al hotel en metro, algo en mi interior me pidió interrumpir el viaje y salir a la superficie para caminar el tramo que me faltaba aún por recorrer. Cosas de la vida, topé de bruces con un ex-entrenador mío de hace siete mil años y, por lo que sea, él también lo tenía clarísimo en su análisis del choque: “El partido que ha hecho la central ha sido un escándalo”, me dijo refiriéndose a la serbia. “La 77, que ahora mismo no me sale su nombre”, añadió. Me giré, le mostré la parte trasera de mi atuendo de gala y dijo: Lekić, eso es, Lekić, qué barbaridad”. Sonreí ligeramente llena de un orgullo absolutamente irracional y me quedé pensando en aquello. Ciertamente la actuación de la ‘playmaker’ fue una lección en sí misma de inicio a fin. Por eso, creo, las palabras de Grbić me parecieron tan acertadas.


Andrea Lekić en la semifinal de la EHFCL ante el Team Esbjerg | Foto: Nikolett Nasz @nasznikolett

Y es que, no ha sido precisamente un camino de rosas el que ha tenido que recorrer la que fuera IHF World Player of The Year en 2013 hasta volver a pisar el olimpo de las competiciones continentales. Recuerdo que en el año 2018 fuimos, de hecho, testigo de una de las derrotas más crueles que seguramente ha sufrido. Supongo que todas y todos recordamos aquella final de la EHF Final4 disputada en el Papp László Sportaréna de Budapest ante más de 12.000 espectadores. El famoso gol de Lekić con lanzamiento de rosca a falta de 22 segundos para el final, que sirvió para adelantar al Vardar por la mínima ante el ‘Győr’. Imposible olvidar aquel instante en el que pareció que era algo que al final no terminó de ser. La de Belgrado concluyó, con seis tantos, erigida como la máxima goleadora de su equipo en aquel choque pero, sin saberlo entonces, aquella sería justamente su última participación en una EHF Final4. Sí, costó y mucho darle la vuelta a aquello. Me consta de primera mano por una charla que tuvo lugar un mes después en la pequeña localidad serbia de Vrnjačka Banja. Pero lo cierto es que ha llovido mucho desde entonces y aquel suceso ya no sólo forma parte del pasado, sino también del legado de una de las jugadoras más importantes de la historia de nuestro deporte.

* * *

Cinco años después de aquello, hoy escribo desde Budapest precisamente, inmersa en una resaca emocional de la que también costará salir de alguna forma. Intuyo que la derrota del domingo en la final de la EHF Final4 ante el Vipers Kristiansand debió doler seguramente de nuevo más por la forma que por el resultado en sí. Y por el hombro tocado que ojalá no sea nada. Pero lo que hoy duele, estoy convencida de que mañana será otra razón más por la que levantarse de nuevo y seguir.


Lekić, Malestein y Elek tras la semifinal de la EHF Final4 | Foto:Nikolett Nasz @nasznikolett

Decía en una entrevista ofrecida a los compañeros de @womenshandball que en la época del Vardar se habían, de alguna manera, habituado a llegar a lo que es la gran clausura de la ‘Champions’. Y bien es cierto que cuando uno se acostumbra a lo extraordinario, tiende a perderse la magia. Seguramente por eso, la histórica clasificación conseguida en tierras galas frente al Metz supo a gloria, a éxtasis, de algún modo a alivio incluso y a felicidad extrema. Quizás no tanto a sorpresa porque si reparamos en el desarrollo de la temporada del FTC, las idas y venidas han sido constantes, pero sobreponerse a los golpes ha sido también prácticamente el pan de cada día. En esta casa, de hecho, fuimos testigos presenciales de cómo las de Budapest arrollaron al 'Győr' en el ‘clásico’ disputado en la capital, en una jornada de diciembre correspondiente a la liga húngara. El 'Fradi', un equipo que ha sido capaz de lo mejor y de lo peor esta campaña pero que ha sabido auto fortalecerse y competir en sintonía cada vez que ha llegado la hora de la verdad. Muestra de ello fue, por ejemplo, el éxito rotundo en la reciente final de la copa magiar, en la cual derrotaron de nuevo al Győr, en esta ocasión por la mínima (28-27).


Cvijić, Lekić y Malestein celebrando la copa húngara | Foto: Nikolett Nasz @nasznikolett

Pero volviendo a centrar el foco en la EHFCL, “la segunda mitad más loca de mi vida” fue la forma en que Lekić se refirió a los últimos 30 minutos disputados en Metz. Y es que, el equipo húngaro levantó la diferencia de 6 goles en contra que arrastraban del partido de ida en tan solo un periodo de tiempo. Al parecer, lo épico se ha vuelto norma para las dirigidas por Gábor Elek esta temporada.


“Cualquiera en mi lugar también hubiera decidido jugar”


No es demasiado bueno vivir anclados en el pasado pero, sí creo que conviene no olvidar el camino que se ha recorrido. Para tomar perspectiva más que nada y ser conscientes así de lo mucho que se ha trabajado y se ha peleado para llegar hasta donde se está en el presente. Presente que, de esta manera, se tiende a valorar mucho más. Y es por ello que aquella estampa de hace 10 años, tras la final del Campeonato del Mundo de Serbia disputado en el Kombank Arena de Belgrado, lo mantengo intacto como si hubiese ocurrido ayer. La que fuera capitana de la selección anfitriona por aquel entonces salía renqueante del vestuario. Con su medalla de plata correspondiente al subcampeonato mundial al cuello, envuelta en una bandera de Serbia, llena de bolsas… y cojeando.


En aquel momento yo no era consciente de lo ocurrido pero, Lekić acababa de jugar una final mundial en unas condiciones pésimas. “La peor pesadilla de toda mi carrera”, lo tildó en un episodio del podcast de nuestros amigos de (Un)informed Handball Hour. La balcánica se dislocó un tobillo en el último segundo de las semifinales de aquel Mundial, ante Polonia, y los médicos le dijeron que debía parar al menos entre 4 y 6 semanas, porque el riesgo era demasiado alto. La capitana había sido la mejor de su equipo no solo durante aquel encuentro, en el que marcó 8 goles y llevó en volandas a las suyas hasta la gran final, sino también durante todo el torneo. “Cualquiera hubiera decidido jugar” contaba en ese mismo episodio de podcast. Se tuvo que inyectar calmantes antes de la final ante Brasil y también durante el descanso del partido pero, aún así, jugó práctiamente coja. Por eso después la vimos salir del vestuario en esas condiciones. “Jamás me hubiera permitido a mí misma no jugar ante mi nación, una final mundial en Belgrado, en mi ciudad natal, ante más de 19.000 personas pero, es cierto que estaba psicológicamente destrozada porque además aquello afectó negativamente al equipo y yo sabía que no iba a poder estar al nivel que requería ese partido tan importante”.


Andrea Lekić, durante la final mundial de 2013 | Foto: Nagore Odriozola

Y, a pesar de todo, aunque admite que recordar aquello siempre “provocará algún sentimiento negativo” en su interior, el orgullo y el agradecimiento por la "progresión de ensueño que tuvo su equipo durante aquellos años" siempre será mayor que cualquier recuerdo contrario que pueda guardar.


De aquella y de varias situaciones más me consta que ha salido adelante sin hacer demasiado ruido. Y sí, algún día todo quedará registrado en un libro (guarden tweet) pero qué importante no juzgar a quien se deja el alma en el campo. Porque amigas y amigos, nadie absolutamente nadie conoce el alcance del sufrimiento ajeno más que quien lo padece.


Andrea Lekić, instantes antes de la final del Mundial 2013 | Foto: Nagore Odriozola

Positiva a pesar de todas las rocas en el camino, sensata y llena de fé, Lekić siempre ha abogado por “creer en los milagros”. Pero los milagros no suceden así como así y seguramente una de sus frases que siempre he guardado conmigo desde aquella charla en 2018 en Vrnjačka Banja es la muestra perfecta de una mentalidad que la ha hecho llegar tan lejos en su carrera deportiva. Recuerdo que me dijo lo siguiente: “una siempre tiene que estar preparada porque la vida te puede sorprender en cualquier instante. Para bien o para mal. La cuestión es que si estás preparada sabrás gestionarlo, podrás adaptarte y saldrás adelante”. Quizás así se entiende cómo, a pesar y después de todo, el pasado domingo 4 de junio de 2023 volviera a estar jugando la final de la EHF Champions League en el que es, sin duda, el estadio más bello en el que he estado jamás. Y sí, lo hizo justamente una década después de aquella final mundialista y volviendo a estar presente en la consecución del nuevo récord mundial de asistencia (fueron 19.467 personas en Belgrado y han sido 20.022 en Budapest). Las casualidades no existen en esta vida y semejante éxito es simple y llanamente el fruto de una vida dedicada a este deporte que tanto amamos.

* * *

Escuché de boca de muchísimas jugadoras durante el pasado Europeo 2022 que lo más complicado para una jugadora es mantenerse durante un largo periodo de tiempo en la élite. Porque llegar, al fin y al cabo, puede llegar ‘cualquiera’ pero mantenerse en la élite requiere muchísimo de todo y es probablemente lo más difícil que hay. A cuántas habremos visto lamentablemente cerrar este capítulo antes de lo que hubieramos querido o esperado, por la razón que fuere. El esfuerzo y la dedicación de quienes se mantienen ahí a pesar de todo, es ya un éxito en sí mismo y de eso Lekić ha cosechado una cantidad considerable. Y si bien es cierto que los libros o las estadísticas se acordarán de los títulos y de los números (a día de hoy es la cuarta máxima goleadora de la historia precisamente de la EHF Champions League con 950 goles registrados, por detrás tan solo de Anita Görbicz -1016, Cristina Neagu -1029 y Jovanka Radičević -1069)** muy probablemente, la gente lo que recordará al echar la vista atrás será a la deportista que les hizo vibrar, sentir y emocionarse dentro de la pista.

Andrea Lekić en un partido de la EHF CL con el FTC | Foto: Ferencváros TC

A aquella que vieron dejarse la piel por un escudo y unos colores que les representan. A quien se preocupó por las generaciones futuras y de dejarles un legado por el bien de nuestro deporte. Y, por supuesto, esa misma gente guardará por siempre el recuerdo de la persona detrás de la deportista si tuvieron la oportunidad de llegar a conocerla. Aquella que dedicó todo su ser a levantarse una y otra vez, cada vez que hizo falta sin importar cuan alto fuera el obstáculo que tuviera en frente.

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“Es como ver a una directora de orquesta”, me dijo hace algunos años un viejo colega de profesión. Nos encontrábamos en un pequeño café del centro de Belgrado, cerca de Knez Mihailova, una de las avenidas más concurridas de la ciudad. Aquel símil tan bello me dejó pensativa. Tenía razón, en realidad. La sutileza en determinados movimientos, ese brazo en alto para dirigir a las suyas, marcando el tempo, con la mirada serena y, sobre todo, con esa capacidad creativa a la par de sorpresiva que tanto emociona al público.


"¿No te parece una locura su manera de conectar con la pivote mediante uno de esos pases imposibles?” me preguntaba él. “Qué te voy a contar”, pensaba yo mientras nos reíamos al unísono. Charlamos ni más ni menos que durante cuatro horas y me fui de allí con la sensación de haber confirmado algo que en realidad era fácil de intuir: la consecución de pasar a la historia como una leyenda de nuestro deporte no está al alcance de todas. Pero es que Grbić tiene razón; la clase es eterna y Andrea Lekić es, sin duda, una elegida.


Budapest, 06-06-2023



** Los goles marcados por la montenegrina Bojana Popović no están debidamente registrados en las bases de datos oficiales, por tanto lamentablemente no podemos saber si también está o no entre estos nombres ni qué lugar del ranking ocuparía a día de hoy

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