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Luciana Mendoza: "Voy a ser la hincha número uno de La Garra"

En Dinamarca/Noruega/Suecia 2023 Luciana Mendoza cerró su etapa como jugadora de la selección argentina tras haber disputado su octavo mundial adulto consecutivo. Con 202 partidos con la camiseta celeste y blanca y 628 goles convertidos, es la segunda jugadora con mayor cantidad de presencias en La Garra, sólo por detrás de la capitana Antonela Mena (214 partidos) y la máxima goleadora histórica del conjunto nacional luego de más de 14 años de trayectoria.


Los números son casi tan impactantes como apáticos. Sugieren vigencia, constancia, claro. Pero no reflejan del todo lo que significó Luciana Mendoza para la selección argentina. "No estamos preparados para dejar de ver a Luciana con la camiseta celeste y blanca. Hace unos días le pedí que no deje, fui un poco egoísta pero no me culpo, yo también soy fanática de La Nueve", empezaba el post que su amiga, compañera de cancha y estandarte de toda una generación del handball femenino de nuestro país, Victoria Crivelli, hizo días después del anuncio de la propia Mendoza.


Es que, en mayor o menor medida, cualquiera que haya visto jugar a la zurda es un poco fan. Por eso la noticia de su retiro de la selección pegó fuerte.


 

 

Es el día del último partido de la main round y Argentina enfrentará a Ucrania. Parada a pie de pista del Arena Nord de Frederikshavn, con su mano izquierda enyesada, Luciana Mendoza mira la entrada en calor de La Garra junto a Elke Karsten, que también terminó el mundial lesionada. Un saludo a la distancia alcanza para que la zurda se acerque. Le digo que afuera hay menos ruido y bajamos las escaleras hacia el hall del estadio, donde hay mesas para sentarse y donde la música ya no es tan ensordecedora.


“Che, ¿quién se habrá dejado esa mochila ahí?”, dice señalando hacia una de las mesas vacías, mientras buscábamos dónde acomodarnos. Si bien todavía no había mucho público en el estadio, como buenas sudamericanas, sabemos que no es aconsejable dejar las pertenencias sin atender. “Es de Raphaelle Tervel, que está por allá comprando algo, la vi antes”, le dije. “Ah, listo. Hacé tranquila”, respondió entre risas. Más de ocho años de vivir en Europa no aseguran que uno termine de acostumbrarse a ciertas cosas. Y yo lo que presiento es que, después de tantos años, va a ser difícil acostumbrarse a no ver más a Luciana con la camiseta de La Garra.


Nos sentamos en una mesa junto a un pasillo armado entre separadores unifilas. Pongo el celular sobre la mesa y cruzo los dedos para que el grabador no se trabe como la última vez, en la que tuve que repetir más de 10 minutos de charla con la entrevistada. “Venía toda emocionada, casi llorando, y tuve que hacerle decir todo de nuevo”, le cuento. “Bueno, pero yo no voy a llorar, que ya lloré bastante”, se adelanta sonriendo. Secretamente yo también espero no terminar entre lágrimas, y le confieso que no fui tan preparada, que no tenía las preguntas escritas y que iba a improvisar un poco. “Y, a veces es mejor eso”, esbozó. Y mientras toco el botón de ‘grabar’, creo que hacemos un acuerdo tácito para no terminar entre pañuelitos.


PlaymakerWH: Luciana, es tu último mundial y lamentablemente lo terminás con una lesión, pero ¿qué sensaciones te quedan particularmente de este torneo?


Luciana Mendoza: Al final es cierto que no lo pude terminar adentro de la cancha, pero en realidad en cuanto a ganas y a espíritu, todo sigue estando intacto, de la misma manera que cuando llegué por primera vez a la selección. Estoy en el vestuario con las chicas y me transpiran las manos como si estuviera por entrar en calor. La verdad es que en ese sentido lo seguí viviendo igual. Ver de afuera al equipo me emociona muchísimo, me gusta mucho ver cómo estamos jugando; obviamente que hay cosas buenas y cosas malas, como siempre, ¿no? Pero me emociona ver al equipo, me transmite mucho. Me voy tranquila, me voy contenta con lo que es Argentina hoy, y la verdad que este mundial lo vivo feliz, tanto los partidos que pude jugar como los que me tocó estar afuera.


PM: En 2006 jugaste a tu primer mundial, que era de categoría juvenil, pero vos fuiste siendo cadeta, ¿recordás algo de aquel torneo?


LM: Sí, me acuerdo de muchas cosas. Imaginate que en 2005 habíamos jugado sólo unos Panamericanos, de cadetas, en los que salimos campeonas, y al otro año ya fuimos a un mundial que era una categoría más grande, y obviamente estábamos shockeadas con el nivel de todo: las canchas, las pelotas, la cantidad de pega que tenía la pelota. Me acuerdo de que el primer lanzamiento quise tirarlo arriba y se me fue abajo (risas); fue gol y yo feliz, pero mi idea era tirar arriba y fue para abajo. Encima nuestro primer partido fue contra Dinamarca, que si mal no recuerdo terminó siendo el campeón, estaba Sandra Toft; me acuerdo de que en ese mundial Pineau había sido la mejor central. Me acuerdo del impacto de ver por primera vez el handball europeo, porque en ese momento no había difusión, ni hablar de que no había redes sociales. Pero no había difusión en cuanto a televisión, sobre todo femenino, porque si llegaba a haber algo, era masculino. Entonces llegar a ver eso en principio fue un impacto porque decíamos “qué diferencia que tenemos, qué malas que somos” (risas), y por el otro pensábamos “loco, yo quiero ser así”, ¿entendés? Entonces sentí ese contraste que a mí me pegó para el lado de decir: “soy muy, muy mala, pero quiero llegar a ser eso”. Obviamente que, si bien aspiraba a eso, sabía que estábamos a años luz, pero ver esa diferencia fue como una motivación.


PM: Pero tan mala no serías para ir a un mundial una categoría más grande…


LM: Bueno, pero es que soy zurda (risas). A mí cuando me llamaron me dio un poco de miedo, porque yo recién empezaba, era chiquita todavía. Yo empecé jugando en el barrio con mis amigas, en un club que ni siquiera tenía la cancha con las medidas reglamentarias (Elevación, ASBAL), íbamos después del colegio en bicicleta. Entonces, el hecho de que después pasara todo eso fue demasiado cambio.


PM: Entonces digamos que ese mundial te abrió un poco los ojos con respecto a cómo querías vivir el handball, ¿no?


LM: Sí. A mí ya me apasionaba el deporte. A mí adentro de la cancha es el lugar en el que me gusta estar, estar ahí es diferente. Siento que es donde puedo sacar lo mejor y lo peor de mí, cuando estoy en una cancha siento que es un momento mágico. Y ese mundial fue una muestra y una motivación para pensar que se podían hacer cosas buenas. Y yendo a todo, no solo en lo colectivo y lo que una puede hacer individualmente, sino también por las cosas que vivís y las cosas que te llevás a nivel grupal.


PM: Esa era la época en la que todavía tenían que juntar dinero para viajar, ¿no?


LM: Uy, sí, y no sé si no lo hicimos en algunos torneos más después, de inferiores. Me acuerdo de que había una cantidad de dólares que tuvieron que juntar los padres. Ni hablar de cuando nos íbamos a Brasil, que viajábamos mil horas en micro también, muchas veces había que poner plata. Imaginate que nos poníamos a comparar nuestra situación, en la que siempre teníamos que pagarnos todo, a ver que había chicas en otros lados que tenían nuestra edad que ya estaban viviendo de esto. Me pasó de verlo en los dos años que estuve en Mérignac, que había chicas que tenían 16 años y ya recibían un poco de dinero para las cosas básicas y entrenaban con jugadoras que tienen años de experiencia en primera división, y muchas veces están citadas porque alguna jugadora se lastima; esas nenas están viviendo cosas a los 16 años que yo empecé a vivir a los 31 cuando llegué a un club de primera. Eso ya te curte, obviamente.


PM: Haber pasado por eso y ver cómo está hoy La Garra, ¿te hace valorar el recorrido que hiciste?


LM: Puede ser, siempre van a faltar cosas, porque tenemos esa mentalidad exigente. Así como te decía que me voy contenta por cómo las veo jugar a las chicas, también me voy contenta por la mentalidad que tienen todas las jugadoras de querer aspirar a más. De querer irse a clubes mejores, de querer tener oportunidades, de saber que podemos, obvio que con trabajo. Nos falta, porque lamentablemente se demostró con Brasil que nos falta, que muchas veces estamos en partido, pero se nos van a último momento. Evidentemente hay un montón de cosas que faltan, pero creo que la cantidad de jugadoras que hay afuera, las ganas; el hecho de que cada vez desde más chicas piensen en que se pueden ir afuera…yo estoy segura de que muchas van a llegar lejos, que espero que puedan jugar Champions League, espero de corazón que puedan. Tenemos jugadoras, como Rosario (Urban), que están en equipos de primera división de Francia. Me voy feliz, pienso que ahora la mentalidad es otra y eso es importante.


PM: ¿En quiénes te espejabas vos cuando eras chica? Porque entre la nula visibilización de la selección y el hecho de que ninguna de las jugadoras estuviera en Europa complicaba esa parte.


LM: Yo vengo de Sedalo, y en esa época, cuando era chica, casi todas las jugadoras del club estaban en la selección. Yo era fan de todas ellas, tenía nueve años y ya me iba todos los sábados a verlas jugar a donde fuera, realmente eran mis ídolas; y gracias a Dios después pude jugar con muchas de ellas, con algunas no, pero con muchas sí. Y tener de ejemplo a alguien que es tan cercano te motiva más también. Porque si nunca hubiese visto a nadie y después iba al mundial y veía esa diferencia, por ahí podía pensar que en Argentina era difícil llegar a ese nivel. Y para mí en ese momento era posible llegar porque tenía a cracks ahí y realmente fueron mi motivación, fueron mis primeras ídolas, por lejos. Además, por su entrega, por ver cómo luchaban sin tener nada a favor, eso es impagable y te permite pensar que nada pueda ser una barrera. Ellas estaban con todo en contra, no las miraban, todo se lo daban a los varones, tenían que pagarse lo que sea, si había cancha quizás iba a ser para los varones y no para las mujeres, soportaron de todo, incluso maltratos; y para mí eso fue lo más importante. Yo sé que tal vez a nivel handball no había una Pineau a quién mirar, pero sí había otros valores que también podían hacer que quisieras mejorar y aspirar a ser mejor.


PM: En 2009 fuiste a tu primer mundial mayor, con 19 años. Ya habías estado en dos mundiales juveniles y en un mundial junior, ¿y cómo notaste la diferencia entre unas categorías y otras?


LM: Y, era cada vez era peor (risas). Era como ir a pegarte cada vez con algo más duro, nunca dejaba de sorprender. Cuando estás adentro de la cancha realmente es un shock y en esa época no había tanta difusión, ibas a encontrarte con una sorpresa. Porque cuando íbamos a los mundiales juveniles o juniors ya más o menos conocías a algunas, pero llegar a la mayor era otra cosa, te encontrabas con todo lo mejor de cada camada de cada país; y nosotras capaz éramos más o menos las mismas siempre (risas). Pero eso, por lo menos a mí, hacía que me exigiera cada vez más, eso siempre me motivó para hacer algo más para intentar llegar a ese nivel.



Luciana ya era una constante en la selección argentina. Torneo que había, torneo al que iba; y su rendimiento empezó a llamar la atención de varios clubes europeos, pero nunca terminaba de tomar la decisión de irse del país. “En ese momento también estudiaba Contabilidad en la UBA, y no me iba mal, pero no tuve profesores que me ayudaran a conciliar el deporte con el estudio y era como que me daban a elegir entre una cosa y la otra. Y yo pensaba: “si estoy pudiendo con todo, ¿por qué no me querés ayudar?”. Me tiraron abajo y fue un momento en el que también tenía oportunidades para irme a jugar afuera, pero nunca daba el salto, nunca me quería ir. De hecho, en ese momento tuve mejores oportunidades que después: me habían llamado de Siófok (Hungría), de Dijon (Francia), no me acuerdo qué otro club de España; pero no me fui. Pero creo que no era el momento; son decisiones de las que no me arrepiento porque son cosas que se van dando así y tal vez tenía que vivir otras cosas”.


Y entonces, luego del mundial de Brasil 2011, las exigencias educativas y deportivas hicieron mella en su físico y una parálisis facial la marginó de las canchas por un tiempo. “Para mí fue un bajón anímico, la verdad; no quería salir, no quería ver a nadie. Fue una época en la que casi no teníamos vacaciones, cuando entrenábamos, entrenábamos mil turnos; te dolía algo y seguías entrenando, porque en ese momento no se reflexionaba tanto en cuanto a cómo te sentías, y tal vez el cuerpo me dijo que tenía que parar un poco”, cuenta Luciana.


“Gracias a mi familia y a mis amigos pude volver a jugar, porque fue duro, y realmente me llegué a plantear si seguir o no. Habré parado unos dos meses, que es bastante tiempo para replantearse algunas cosas, pero siempre tuve ayuda de mi entorno. Eso es clave, la familia, los amigos, que te quieren y te respetan; que no te exigen que sigas, porque saben que no estás en un buen momento”, concluyó Mendoza, que finalmente llevó su carrera al exterior en en 2013, cuando se sumó a las filas del Blumenau de Brasil.


PM: Desde muy chica siempre tuviste mucho protagonismo en la selección, ¿cómo fuiste sintiendo la evolución de tu rol dentro del equipo con el paso de los años?


LM: La verdad es que todo fue muy natural, no era consciente del rol que tenía en el equipo. Jugaba bastante en inferiores y cuando llegué a la mayor también, pero nunca me sentí que tenía ningún rol, solo pensaba en darlo todo, en ganar y contagiar eso al equipo, lo sentí siempre muy natural. Ahora en los últimos años sí que sentía que al ser más grande cambiaba mi rol, más que nada fuera de la cancha, y disfruté muchísimo de poder contagiar desde ahí a las chicas que están hoy con esa mentalidad de querer ir por más.


PM: Fuiste parte de un seleccionado que verdaderamente hizo historia en el handball argentino. Fuiste parte del plantel de las primeras y únicas campeonas Panamericanas hasta el momento, ganaste unos Juegos Odesur, fuiste mundialista 12 veces, nueve de ellas con la selección mayor, fuiste medallista en cuatro Juegos Panamericanos, olímpica en Río 2016, ¿sentís que hay alguna otra cosa que te faltó vivir con la selección?


LM: A ver, torneos los jugué todos y soy una agradecida de todo lo que viví con la selección. Sí es verdad que otros Juegos Olímpicos hubiesen sido increíbles, pero más importante para mí hubiese sido una medalla dorada en unos Juegos Panamericanos. Siempre fui ilusionada a esos torneos, aun sabiendo que la diferencia con Brasil era grande; nunca fuimos favoritas, ni cuando les ganamos.


PM: Si tuvieras que hacer un top 3 de los momentos más especiales que viviste con la selección, ¿qué momentos estarían en esa lista?


LM: (piensa) Uf, bueno. Haber jugado los Juegos Olímpicos claramente está en el top. Después mi primer Panamericano mayor en 2009, en el que salimos campeonas; ese fue un momento increíble. Y…la verdad es que es muy complicado, porque todos fueron especiales. También quizás diría el primer Panamericano de cadetas, que fuimos campeonas. Fue un torneo al que fuimos con ropa de varones, todos iban a ver el partido de los varones, pensaban que íbamos a perder por 10 y terminamos ganando; y ese digamos que fue un momento muy especial, porque a mí me gusta que cuando nadie se espera nada, pasen esas cosas.


El de Dinamarca/Noruega/Suecia fue el 12º mundial de Luciana Mendoza, su 9º en mayores. Foto: IHF

PM: ¿Cómo creés que fue cambiando la mentalidad de la selección en los más de 18 años que estuviste dentro del equipo?


LM: Creo que se fue construyendo con el tiempo y creo que también el camino que fue tomando cada una para ser cada vez más profesional y mejor, lo quisimos empezar a ver reflejado en los resultados. La mentalidad de querer ganar y de querer ser mejor a nivel individual hizo que a nivel colectivo realmente todas viéramos posible empezar a ganar. Porque una cosa es imaginártelo y hacer lo mismo siempre, y otra cosa es realmente accionar todos los días de tu vida para que eso cambie; entonces vos ya creés que lo merecés. Y no importa si se va a dar o no, vos vas a ir por eso, porque lo estás generando todos los días de tu vida. Así que creo que eso fue cambiando, ese trabajo silencioso de cada una, de la mentalidad profesional, de entrenar todos los días por el objetivo, de alimentarse bien, descansar. Todo eso termina confluyendo en esos objetivos, entonces realmente sabés que lo merecés y sabés que podés; eso fue algo que cambió.


PM: ¿Es esta la camada más convencida de la que formaste parte?


LM: Puede ser, pero creo que eso es algo que también se fue forjando en la medida que se fueron dando ciertos pasos. Ver que cada vez nos podíamos acercar más a ciertos equipos europeos, a los que podemos acceder, nos empezaba a dar la pauta de que se podía ir a buscar esos partidos. Y esto se fue dando más en este último tiempo; ya este equipo pierde partidos, de esos en los que sabemos que podemos estar más emparejadas, y en el vestuario estamos todas recalientes. No es que antes no pasara, pero ahora los partidos contra esos equipos nos demuestran que podemos ser competitivas y eso es lo que nos impulsa a mejorar y a querer ir a buscarlos.


PM: ¿Qué es lo que creés que más vas a extrañar de estar con la selección?


LM: El grupo, claramente. Los momentos con el equipo, el vestuario, las juntadas, ese momento previo al partido, las ganas de salir a ganar, ponerte la camiseta, escuchar el himno, todas esas cosas son las que más voy a extrañar.


PM: ¿Qué es lo que creés que dejás en la selección?


LM: Yo lo que creo que dejé, más que nada, es la garra, el potrero. El decir: “vamos a jugar como sea, vamos a dejar todo, terminás tirada en el piso metiendo un gol horrible de ver, pero no importa. Podés no ser la mejor técnicamente, pero hay que ir para adelante pase lo que pase”. No hay excusas, no hay excusas de nada, como sea tenés que ir a buscar la victoria y dar todo de vos y, sobre todo, transmitirle al equipo que podés. Y si no te toca a vos, y le toca a tu compañera, tiene que dejar todo también. Transmitir que lo importante es el colectivo y que siempre hay que dejar todo en pos del equipo y del objetivo. Creo que eso fue lo que siempre intenté transmitir, que en realidad me salía de manera natural, y es lo que me gusta del deporte.


PM: ¿Qué es lo que más te deja la selección a vos?


LM: Lo que te da el grupo, lo importante que es el grupo siempre; tanto en las buenas como en las malas. Nunca estás sola, el equipo te puede sacar adelante cuando vos estás mal y también podés contagiar a las otras; la importancia de esa unión. Además, el sacrificio, el compromiso para lograr las cosas, eso es lo que siempre caracterizó a la selección, con todas las contras que siempre tuvimos, y con todo lo que se fue mejorando. Pero siempre el compromiso y la pasión que tuvieron todas las jugadoras con la camiseta, eso me queda.


PM: Y hablando de camiseta, ¿qué te provoca ver la camiseta de La Garra?


LM: Uf, es mi vida. Fue mi vida un montón de tiempo y ahora voy a ser la hincha número uno de La Garra. Y yo voy a seguir estando ahí, desde el lugar en el que me toque estar; ayudando a las chicas más chicas que se quieran ir a jugar afuera, dando consejos, compartiendo mi experiencia, lo que sea. Todo lo que yo viví con la camiseta, lo voy a seguir dando, pero desde otro lado, no me voy a alejar, no podría.


A lo lejos se escucha a la voz del estadio anunciando el comienzo del partido, y es señal de que se nos acabó el tiempo. Todavía no lo sabemos, pero La Garra va camino a ganarle por segunda vez en la historia a un equipo europeo en un mundial adulto y ni Luciana ni yo no queremos perdernos ni un segundo de aquello. “Bueno, ahí vamos”, dice mientras nos levantamos de la mesa habiendo cumplido nuestro acuerdo tácito de no lagrimear (cosa que sí sucedería después del partido). Nos despedimos en la zona mixta y Luciana camina hacia las gradas por un pasillo que ya está a oscuras, iluminado apenas por las luces dentro de la cancha, el himno argentino suena de fondo y no puedo imaginar una despedida más épica.

 

Dijeron sobre Luciana


Marisol Carratú, arquera de La Garra“Nos enseñó algo a cada una; nos enseñó lo que es el compañerismo, la humildad. En lo personal es mi amiga, y me enseñó la amistad. Creo que deja un legado muy importante que tenemos que saber adoptar como el lema de La Garra, y a partir de eso ir adelante con ella, aunque esté desde otro lado, porque seguramente va a estar desde otro lado apoyándonos. Confiamos en que en un futuro aportará su granito de arena desde otro lado”.


Bárbara Arenhart, arquera de la selección de Brasil: “Luciana siempre ha sido una referente en el balonmano argentino, siempre ha sido la jugadora que ha hecho mucha diferencia. Yo creo que es, para las jóvenes que vienen detrás de ella, un ejemplo de deportista y de persona, porque, aunque siempre hubo mucha rivalidad, siempre se ha portado muy bien. Yo creo que es una referencia en el balonmano y le deseo mucha suerte en la vida”.


Marizza Faria, entrenadora y ex jugadora de la selección de Paraguay: “La verdad es que Luciana es una referente para todos, una grandísima jugadora que seguramente ha dejado un legado para las que vienen detrás y ha representado a Argentina de una manera espectacular. Le deseo mucha suerte en esta nueva etapa, que seguramente le irá genial”.

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