No hace ni tres semanas que la maquinaria del Rostov-Don se ha puesto en marcha. En su tercera semana de actividad tras el pistoletazo de salida, algunas de las integrantes que defenderán los colores negro y amarillo la próxima temporada disfrutan de un día libre en la piscina. La guardameta internacional Mayssa Pessoa (1984, João Pessoa, Brasil) es una de ellas. A pesar de la incertidumbre que sigue generando aún hoy la situación de crisis sanitaria mundial, en la ciudad rusa de Rostov del Don parece que la vida vuelve a la normalidad. Se apuesta por la economía, necesaria, pero la realidad es que los contagios siguen sin estar controlados y parece que la situación no tuviese fin. La que fuera campeona del mundo en 2013 se acuerda de su familia, allá en Brasil, donde la situación es realmente complicada y se aventura a concluir aquello de: “Hasta que no haya vacuna…”, se lamenta.
La situación deportiva para el actual campeón ruso también se tambalea debido a esta crisis mundial. Y es que, al no pertenecer a la Unión Europea, Rusia tendría dificultades tanto para permitir viajar al extranjero como para recibir adversarios en casa. Su participación (y también la del CSKA de Moscú) en la máxima competición de clubes, la DELO EHF Champions League, podría verse afectada por estas restricciones que, a día de hoy, se siguen tratando de solucionar. Pessoa, que ya alzó ese preciado trofeo en 2016, quiere mostrarse positiva ante la incertidumbre: “Estoy segura de que todo se arreglará y podremos competir donde debemos”, asegura. Al margen de toda preocupación trata de disfrutar de un espléndido día junto a sus compañeras. Ahora mismo, y hasta que vuelvan al trabajo el próximo domingo, lo que impera es relajarse y recuperar energías para continuar trabajando.
En estos tiempos en los que lo social parece imponerse a lo meramente deportivo, y aprovechando la ‘desconexión’ momentánea, la que fuera deportista olímpica en dos ocasiones aborda uno de los temas más recurrentes de las últimas semanas: la visibilización de las personas LGTBI+, en este caso llevada a su terreno que no es otro que el mundo del balonmano. La brasileña pasó varios tragos amargos a lo largo de su carrera hasta llegar a una ‘zona de confort’ por la que luchó y que ahora, por fin, disfruta. Desde su perspectiva y experiencia personal, y con la soltura que ha ido adquiriendo durante años de pelea por sus derechos, Pessoa habla abiertamente con Playmaker | Women’s Handball y cuenta no sólo su historia, sino la realidad que viven muchísimas jugadoras aún a día de hoy.
Playmaker: ¿Siempre has sentido la misma libertad y comodidad para compartir cierta parte de tu vida privada de forma pública (por ejemplo en redes sociales)?
Mayssa Pessoa: No, no siempre fue así. Lo cierto es que antes yo solía tener miedo, pero no me refiero sólo a los miedos internos, también tenía miedo por mi familia, porque en mi caso hay gente que no acepta mi homosexualidad. Hay gente muy religiosa que no lo ve bien. En Brasil hay mucho cristiano, católico, por ejemplo mi madre lo es y yo lo soy también, aunque no me mueva mucho por la iglesia. La verdad es que esto me supuso un gran problema para abrirme con ella, no tanto con mi padre ni con mi hermana, pero mi madre… No entiende que lo de hombre con hombre, mujer con mujer no trata más que sobre el amor.
P: ¿En qué momento cambió la situación?
MP: Fue en el año 2012. Fue entonces cuando lo hice público. Empecé a abrirme con mi entorno más próximo (compañeras de equipo, mi hermana…), pero no aún con mis padres. Recuerdo que aquel año yo jugaba en Francia, en el Issy Paris y, no sé cómo, contactaron conmigo los organizadores de un torneo internacional LGTBI+ al que acuden muchísimas personas de diversos países. Me invitaban a ser la madrina del torneo y yo entonces no lo entendí mucho porque aún no había hecho pública mi condición sexual. Supongo que me vieron jugar y lo dieron por hecho, pero de todas formas acepté. Me entrevistaron y después publicaron el artículo en una revista que fue accesible en toda Francia. La cuestión es que en aquella entrevista empezaron a preguntarme sobre mi vida, lo que hacía, etc. Cosas más personales. Y fue en ese momento en el que decidí abrirme. Me sentí cómoda hablando y les dije que creía que era bisexual, pero también expliqué que todavía no era algo que hubiera hecho del todo público. Después llegaron los Juegos Olímpìcos de Londres 2012 y allí “explotó todo”.
P: ¿Qué pasó?
MP: Sabéis que hay ‘paparazzis’ que trabajan para las televisiones y, en este tipo de eventos sobre todo, se dedican a analizar las vidas de las jugadoras. En aquella ocasión encontraron la entrevista que había concedido por lo del torneo en Francia, aquello de que fui abanderada de un torneo LGTBI+, que hablé de mi sexualidad, etc. Entonces un día, después de un partido duro contra Montenegro que ganamos, se me acercó un reportero en la zona mixta y me dijo que me iba a hacer una pregunta personal, que no me iba a preguntar por el partido. Evidentemente, yo me quedé un poco cortada. Yo, es que aún era muy inocente, nunca había visto tanta gente en una zona mixta, ni había estado en unos Juegos Olímpicos; aquellos eran mis primeros y este señor me preguntó: “¿Es verdad que eres bisexual?”. Lógicamente yo me enfadé y le recriminé que me estuviera preguntando si soy bisexual justo cuando acababa de terminar de jugar un partido muy importante. Él insistió, me dijo si no podía responder, si tenía miedo, así que le dije que si había visto la entrevista ya tenía allí su respuesta”. Al parecer le sentó mal porque al día siguiente mi nombre estaba en todos los medios de Brasil. En la televisión, en Internet, en el periódico… Yo todavía tenía miedo de la reacción de mi madre y, evidentemente, todo fue muy mal. Me llamó mi hermana para avisarme de lo que estaba ocurriendo en la prensa de Brasil, para decirme que en todos lados estaban hablando de mi vida personal, y al rato me llamó mi madre para preguntarme qué pasaba, que por qué estaban hablando estas cosas de mí. No pude decirle otra cosa que “mira mamá, ahora mismo no quiero hablar de esto, estoy en medio de unos Juegos Olímpicos en Londres”.
P: Y mientras tanto tenías que seguir concentrada en la competición más importante del mundo...
MP: Sí, eso es. Y no fue fácil. Recuerdo que un día tuvimos un entrenamiento en Casa Brasil (el lugar de entrenamiento del equipo olímpico brasileño), y ahí siempre teníamos entrevistas breves con los medios, para que siguieran la actualidad, etc. Recuerdo perfectamente que cuando llegamos a entrenar, todos, absolutamente todos querían hablar conmigo. Ni con Morten (Soubak), ni con Dara (Carvalho), no. Todos vinieron hacia mí y yo no sabía ni qué hacer. Era la primera vez y no estaba acostumbrada. Me dio pánico y entonces la jefa de prensa de la CBHb (Confederação Brasileira de Handebol) me agarró y me dijo “no hables”. Los periodistas igualmente me seguían, pero yo no hablaba. Y así fue todos los días. La jefa de prensa de la CBHb me dijo: “Mira Mayssa, al final de los partidos siempre intenta pasar directamente sin pararte en la zona mixta. No digas nada porque tenemos que concentrarnos en los partidos”. Así que si algún periodista quería hablar conmigo por razones puramente deportivas, porque la verdad es que estaba jugando bien, hablaban con los encargados de la federación y les pedían hablar conmigo. Ahí ya mejoró la situación; me preguntaban sobre el balonmano y yo iba siempre acompañada por la persona de prensa, pero lamentablemente volvieron a insistir en lo personal en alguna otra ocasión más. Fue así hasta el final de los Juegos Olímpicos. Luego de eso ya dije “basta”, porque la gente me escribía, me preguntaba, etc. así que pensé en hablar abiertamente de esto, porque no me gusta que la gente no respete. Hice alguna entrevista después y las cosas empezaron a mejorar.
Pessoa llegó a Bucarest en el verano del 2014, para sumarse a las filas del CSM București y, según recuerda, aquellos primeros tiempos en la capital rumana fueron turbulentos para su vida personal. Según relata, la gente del balonmano siempre la respetó allí (sus compañeras de equipo, el club…) pero la relación con personas externas al entorno fue más complicada. “Hay mucha gente de fuera del balonmano que no respeta”, asegura y cuenta cómo hubo una época en la que tuvo que soportar insultos no sólo cuando iba por la calle, sino también cuando jugaba. Entre otras cosas, la ahora guardameta del Rostov-Don recuerda cómo de herida se sentía y cómo se enfadaba porque solían llamarla “monkey” o “lesbian monkey”.
P: ¿Cómo lidiaste con aquella situación en ese entonces?
MP: Un día me pidieron hacer una entrevista en el principal canal de televisión del país, así que acepté. Hablé mucho, hasta lloré de frustración porque es horrible que la gente te trate así. ¡Yo no trato así a nadie para tener que recibir eso a cambio! Pero lo curioso fue que después de esa entrevista la gente comenzó a portarse mejor conmigo y empecé a tener menos problemas para hablar de ello abiertamente. Creo que la gente me empezó a respetar. Es que, una nunca sabe si sus hijos son homosexuales, sencillamente puede ocurrir porque es algo normal y ya sólo por eso, por cómo pueda afectarles, no puedes ir tratando así a la gente. Honestamente creo que las cosas han mejorado, pero también pienso que siempre vamos a tener problemas porque siempre habrá alguien que no nos respete.
P: ¿Te parece importante la visibilidad para esa lucha?
MP: Sí, totalmente. Mucha gente no entiende lo de las banderas, las fiestas del Pride, tomar las calles, pero es muy importante. La gente lo critica, pero es importante enseñarlo al mundo para normalizar y que la gente entienda que todo es sobre el amor. A mí cuando me preguntan sobre esto siempre digo que en estas fiestas multitudinarias no se suelen ver peleas, ni gente matando; en cambio, ¿cuánta gente muere en el carnaval por peleas? Eso no lo ves en el Pride porque esto es sobre respeto, amor, compresión... La gente tiene que entender que esto existe, que hay gente que ama personas del mismo sexo y que esto es sobre la vida, que no es ninguna enfermedad como algunas personas dicen. Yo, por ejemplo, sé que desde que tenía 5 años me he enamorado de las chicas de mi colegio. Yo sé que desde pequeña me gustaban las chicas, no me gustaban los chicos. Simplemente has nacido así, lo llevas en los genes por así decirlo, pero lamentablemente hay personas intolerantes aún. Por eso digo que hay que seguir con la pelea, porque a toda esa gente aún hay que seguir enseñándole la realidad.
P: Entendemos que también en esto, como en todo en la vida, es importante tener a alguien en quien reflejarse. ¿Tuviste algún tipo de referente durante todo este tiempo?
MP: Sí, sí. Yo solía ver a algunas jugadoras de balonmano que lo llevaban muy abiertamente. Para mí, por ejemplo, fue muy importante Marta Mangué, a quien veía que también le gustaban las chicas, porque siempre me decía “Mayssa, haz lo que te dé la gana”. La verdad es que tuve la suerte de poder fijarme en jugadoras top como ella y como Gro Hammerseng-Edin, por ejemplo, quien lo llevaba con total naturalidad. Veía con mis ojos lo abiertas que eran, cómo vivían su vida en total libertad y me decía a mí misma: “hostia, yo quiero estar así, no quiero tener miedo de nada”. Creo que eso ayuda y ahora pienso que yo también soy y puedo ser ejemplo para muchas chicas. Al fin y al cabo nosotras, las jugadoras, somos conocidas en el mundo del deporte y si las que somos homosexuales vivimos nuestra vida con total normalidad, podemos estar ayudando a muchas personas que lo necesitan. Y lo digo porque lo sé. Porque hay niñas de 14 o 15 años que me escriben por Instagram diciéndome que tienen miedo de sus madres y de su familia porque les gusta una chica y no saben qué hacer. Yo les pregunto por qué se esconden y les digo que estén tranquilas que lo contarán cuando se sientan seguras, preparadas. También les digo que si necesitan escribirme, que lo hagan y que no tengan miedo, porque han llegado a decirme que hasta querían matarse. Puede que haya gente que aún no lo entienda todavía, que le parezca que todo está bien, pero esta es una realidad que todavía existe hoy en día y muchas veces ocurre dentro de tu familia. El miedo a que te echen de casa, por ejemplo. Conozco a varios chicos a quienes sus padres les pusieron en la calle por ser gays. La verdad es que es duro y me toca mucho cuando hablo sobre esto.
P: Remontándonos a esa primera etapa en la que jugaste en Rusia, debemos recordar que coincidió con la época en la que se estaban aprobando las leyes anti-promoción homosexual. ¿Cómo fue vivir ahí en ese momento?
MP: En Rusia al principio tuve problemas más que nada en las redes sociales, sobre todo por hombres que me escribían, que eran de Rostov-Don, porque en aquel momento en el que yo estaba en Dinamo Volgograd la mayor rivalidad la teníamos precisamente con Rostov. Escribían cosas como “este mono, lesbiana, gana nuestro dinero acá en Rusia, ¿cómo puede ser?”; recibía muchos de estos mensajes, pero yo los leía y no decía nada, los dejaba pasar y pensaba: “No voy a decir nada, me da igual lo que dicen”. Pero luego de un tiempo ya no tuve más problemas; el equipo y el club siempre me han respetado mucho, las chicas nunca me han dicho nada, el club tampoco, y ellos sabían que yo estaba con una mujer. En aquella época sólo fue el tema de las redes sociales, y ahora acá en Rostov-Don, siento que la gente también me respeta mucho. A todas las jugadoras nos reconocen en la calle, en los restaurantes, en los shoppings, y siempre son muy respetuosos. Las madres o padres con sus hijos se nos acercan y nos hablan muy bien; lo mismo en el pabellón cuando juego, nunca he tenido problemas, solamente fue al principio.
P: Entonces podemos confirmar que el acoso fue ‘sólo’ virtual, nunca físico, ni has temido ir con tu pareja por la calle… ¿es así?
MP: Bueno, en realidad, si nos remontamos a la época en la que estuve en Bucarest sí sufrí un episodio de violencia en el que me escupieron en la cara. Recuerdo que estaba en un bar con dos compañeras del equipo y un hombre me llamó: “Pessoa, Pessoa”. Cuando me di vuelta me escupió en la cara y me gritó “lesbiana”. Y he de decir que aunque en Rusia el acoso fuese mediante redes sociales, al principio sí que tuve miedo de ir de la mano de mi novia, incluso ahora intento no ir tanto de la mano con Nikita (Ramona) porque nunca se sabe; hasta ahora la gente me respeta, pero la realidad es que vivo sabiendo que siempre puede haber un loco que puede decir algo, como en todas partes. Así que sí, claro, suelo tener miedo de ir de su mano o de besarla. Cuando nos sentamos en algún lugar no nos quedamos tan cerca pero, por el contrario, cuando voy a algún lugar en el que veo que me reconocen y que saben que juego al balonmano aquí, ya me siento más segura. Es curioso que normalmente son hombres los que me dicen algo; hasta el momento, al menos, ninguna mujer me ha faltado al respeto ni hecho ningún comentario.
P: Justamente hace unos días salió publicado un artículo de Gro Hammerseng-Edin en un sitio de Noruega en el que contaba una situación que vivió en el EHF Euro de 2012, en Serbia. La guía del equipo le aconsejó a ella, que había ido a visitar a Anja, su esposa, que no salieran a la calle tomadas de la mano porque no estaba bien visto, se lo aconsejó al mismo tiempo que les dijo que ella misma no lo hacía con su pareja, por miedo a represalias. ¿Qué opinas acerca de estas situaciones?
MP: El tema es que las chicas de Noruega tienen una mentalidad muy diferente, allá son muy abiertos, las familias aceptan todo, entonces ellos tampoco entienden a los otros países; que haya países que no lo acepten, familias que no lo acepten. Yo entiendo a esta chica que le dijo a Anja (Hammerseng-Edin) que no se tomaran de la mano, porque no estás en tu país. Por ejemplo, acá en Rusia la gente tampoco lo acepta, están mejor, pero todavía no les gusta, por eso yo respeto su cultura como es, ellos son así y eso cuesta cambiarlo, cuesta cambiar lo que tienen en la cabeza. Por eso digo que si en el lugar en el que estás no lo aceptan, para no tener problemas, es mejor no ir de la mano. Pero esto es lo que creo que nunca va a cambiar, hay gente que lo va a entender, hay gente que no, pero esto va a ser una pelea constante.
P: Comentaste hace un tiempo que el presidente del Rostov-Don es homófobo, ¿cómo es tu relación con él?
MP: Ah, sí…Es muy religioso y a él no le gustan estas cosas. Él sabe que soy homosexual, que tengo mi pareja, pero a él le gusto como portera y parece que también como persona. Siempre habla bien conmigo y todo, pero yo no voy a verlo de la mano con Nikita. A él no le gustan los homosexuales, pero le caigo bien, por eso creo que estoy ‘a salvo’ en el club.
P: ¿Hubo alguna indicación o exigencia para con vos por parte del club?
MP: La verdad es que sí. Antes de firmar el contrato me pidieron que no me relacionara con ninguna de las chicas del equipo, que no mezclara las cosas. Tuve que aclararles que tenía novia. En el pasado ya estuve en pareja con otra jugadora y desde entonces yo ya no quiero estar más con jugadoras de balonmano pero, de todas maneras, a mis compañeras nunca las miré con otros ojos. Aunque esa sea una regla que ellos me hayan impuesto, para mí ya era una decisión personal. De todas maneras la entiendo y la respeto, más que nada porque no quiero problemas, ya que soy la primera jugadora lesbiana que ellos han contratado.
P: Muchas veces los medios de comunicación le dan más importancia a estos temas personales que a los estrictamente deportivos; ¿cuánto daño crees que hace el sensacionalismo con respecto al abordaje de estos temas de la sexualidad en los deportistas?
MP: Mucho. Estas personas o medios de comunicación que hablan sobre estos temas, la gran mayoría de las veces lo hacen por el marketing. Es decir, ellos no quieren hablar del balonmano, sólo quieren saber qué haces en tu cama para atraer todo el marketing. Es justamente lo que han hecho en Brasil conmigo.
P: ¿Te parece que este periodismo sensacionalista pueda ser un motivo por el cual una jugadora homosexual se plantee no mostrarse públicamente?
MP: Yo no sé lo que piensan todas pero veo la diferencia entre, por ejemplo, Gro Hammerseng-Edin que sí publica fotos y sé que hay otras jugadoras que tal vez no lo hacen. A mí lo que me pasa es que a veces algunas personas me preguntan por qué lo hago, y yo les digo: “¿Y tú por qué publicas fotos con tu novio?”. Yo no puedo publicar fotos con mi novia, pero si estuviera con un hombre ¿sí podría? A ver, no es así, entonces cuando me hacen esos comentarios yo me quedo loca, no me gusta. Sé que hay jugadoras que no suben fotos, tal vez porque tienen miedo, tal vez porque no lo han hablado con la familia, o porque no quieren hacerle daño a la familia, eso no lo podemos juzgar. En mi caso, yo sé que a mi madre no le gusta que publique nada pero, es mi vida, es mi novia, es la persona con la que me voy a casar, con la que voy a tener hijos. Muchas personas juzgan, ¿por qué haces esto?, ¿por qué no haces lo otro? Pero hay que entender que hay miedo de por medio, por el país, por la religión o por la familia, por eso yo entiendo cuando la gente no quiere decir que es lesbiana, o los chicos que son gays, porque hay muchos chicos también del balonmano que lo son, pero no hablan.
P: ¿A qué crees que se debe esto?
MP: Creo que para el hombre es muy difícil por causa del machismo, y tampoco los juzgo. Si saliera un jugador de balonmano o fútbol a decir “soy gay”, yo pensaría “joder, este chico tiene unos cojones”. Pero como ya sabemos, el mundo no lo acepta, por eso siempre vamos a luchar y por eso siempre insistiremos en las celebraciones de Pride, porque yo no creo que eso vaya a cambiar.
P: ¿El hecho de ser deportista te ayudó a atravesar todo esto, o el deporte es un nicho en el que todavía es tabú hablar de la sexualidad? ¿Te resultó fácil estando en este ambiente?
MP: Yo creo que me ayudó, creo que si no hubiese estado en el ámbito del deporte… como yo viajo mucho, he vivido en muchos países, conocí tantas culturas, soy tan abierta y me he abierto tanto como persona y he aprendido a aceptar las cosas y a estar firme y fuerte; yo no sé si todavía viviese en Brasil en mi pequeña ciudad, con mi familia cerca de mí, no sé si tendría ese coraje para hablar y pensar abiertamente, creo que el deporte me ha ayudado mucho.
P: ¿En ese sentido, creés que es importante que seas una figura referente para la comunidad LGTBI+ de Rusia?
MP: Sí, en Rusia por ejemplo yo estoy segura de que hay todo un tema con reprimirse, pero veo que tanto aquí como en otros países hay más chicas que empiezan a salir con chicas, porque el mundo está más abierto y aceptando más. Aquí hay chicas jóvenes que me escriben y me preguntan cosas; yo les digo que si están seguras y quieren a su chica, pero tienen miedo, que encaren, por eso creo que en ese sentido puedo ser un ejemplo. Veo que las generaciones más jóvenes ya se animan más, pero hay gente de mi edad que todavía tiene una mentalidad antigua y no acepta algunas cosas. Afortunadamente eso está cambiando, pero queda mucho.
P: ¿Alguna vez a lo largo de tu carrera pensaste en dejar todo por algún caso de discriminación o por la presión que supone estar tan expuesta a todo eso?
MP: No, nunca pensé en parar de jugar. Cuando pasé por esas situaciones, jugué estando enfadada y lo hice muy bien. Creo que ha sido una motivación para mí. Cuando me pasó lo de los Juegos Olímpicos de Londres, lo de salir en la televisión, de tener que hablar con mi mamá, nunca se me cruzó por la cabeza dejar de jugar ni me puse depresiva. Todo eso me ha hecho pensar más, pelear, tener más coraje, poner la cara y ya está, no puedes esconderte, tenés que luchar.
P: ¿Qué nos queda para llegar a una plena normalidad?
MP: Asumir que cada uno tiene su vida y debería vivir como quiera. Cuando yo tenía miedo, era por lo que la gente pensara de mí. Otro puede tener miedo de que su amigo deje de serlo, de perder a su gente, de perder a su familia, de que afecte a su carrera, de quedar depresiva... Hay gente que se mata incluso, todo por miedo a lo que la gente piense de ellos, ese es el gran problema. La gente tiene que entender y no juzgar, sino intentar ayudar a quienes no sienten la seguridad de mostrarse abiertamente. Hay que tener paciencia, calma y cuando te sientas seguro lo tienes que decir, pero tiene que ser cuando estés listo y no cuando alguien te fuerce. Hubo gente que me dijo “por qué tú no hablas” y yo decía que no estaba lista, porque cada persona es diferente y nadie puede empujar a otra persona a decirlo si no quiere. Entonces, vive tu vida, acepta lo que eres, a quien tú amas y que el amor venza, porque esto es sobre el amor, da igual si es hombre con hombre o mujer con mujer, de a tres, de a cuatro (risas), si tú amas, lo haces. Creo que no está bien tener que hacer daño a las personas que amamos por tener que esconderlas, como me pasó a mí por ejemplo. Y sobre todo, creo que no podemos dejar de ser felices por la opinión de los demás. Yo, ahora mismo lo que siento es que después de todo estoy feliz conmigo misma y con la situación, con el hecho de haber hablado con mi madre, etc. Me siento libre.
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