Hace exactamente cuatro años, en febrero de 2017, la Federación Internacional de Balonmano firmaba un contrato con la empresa española FitGood para que ésta se encargase a partir de entonces de la salud y del entrenamiento de alto rendimiento de todas las parejas arbitrales del máximo ente del balonmano mundial. Desde entonces, y durante los dos próximos años, este equipo formado por un grupo de profesionales en diversos campos como la nutrición, el entrenamiento y el coaching mental, contó con Sergi Cedrún y Daniel Ariño para que fuesen dos de sus caras más visibles en el proyecto. Así pues, cada cual aportando valor desde su área de competencia, el grupo entero se fue encargando de esa misión con el único propósito de lograr una ansiada y notable mejora del amplio equipo arbitral del que dispone la IHF.
Sin embargo, en verano de 2019, Maria Müller-Thyssen Uriarte (Donostia, 1994) recibió una llamada de Ariño que haría que ese dúo tan visible en los grandes eventos se convirtiese en tridente. Ahora, casi un mes después de que hayan regresado de su última aventura en el Mundial masculino de Egipto, vale la pena recordar cómo fue aquella primera vez para Maria en el Campeonato del Mundo femenino celebrado en Japón en 2019 y cómo, a través de su mirada, Playmaker - Women's Handball pudo descubrir un mundo completamente paralelo a la competición. Concretamente ese que atañe al tercer elemento indispensable sobre la pista. Porque contar la historia de ‘Müller’ en la élite del balonmano, en este caso, es contar la de esos árbitros y árbitras que, sin vivir de ello y de forma más invisible, también son vitales para el desarrollo de estas grandes citas.
Por extraño y chocante que nos pueda resultar viajar al extranjero actualmente con los tiempos que corren, el Mundial de Egipto, tal y como lo hizo el pasado diciembre el Europeo de Dinamarca, se llevó a cabo con cierta normalidad, más allá de las medidas impuestas por las autoridades sanitarias. En ese sentido, y ya desde la calma más absoluta de su residencia en Manresa (Barcelona), Maria explica cuánto distó esta última experiencia de la vivida un año atrás en tierras niponas. “La pandemia lo ha cambiado todo y hemos tenido que reinventarnos de alguna manera. Por ejemplo en cuanto a los entrenamientos, hemos tenido que diseñar otro tipo de ejercicios para poder cumplir con las normas”, explica y cuenta cómo era el día a día en un hotel del que no podían ni salir. “Por suerte los hoteles en los que estuvimos repartidos Dani, Sergi y yo todos tenían un espacio al aire libre, lo cuál era de agradecer no sólo para los árbitros, sino también para nosotros”, cuenta y se ríe al recordar cómo solía arrancar su rutina diaria: “A las 7 de la mañana salía a correr por el hotel cual hámster en su bola de ejercicios y, muchas veces, incluso quedaba con Ramón (Gallego) porque él también hacía lo mismo. Nos puedes imaginar a los dos corriendo a 2km/h tratando de autoengañarnos y que pareciera que el circuito que nos hacíamos era más largo de lo que era en realidad…”.
A pesar del encierro y de los obstáculos por la situación sanitaria global, Maria volvió a Manresa con esa sensación tan característica post torneo que ya sintió el año anterior al volver de Kumamoto. Otra vez más, atrás quedaban la intensidad y el vaivén constante de tantas emociones en tan reducido espacio temporal que supone formar parte de semejante entramado. El trajín de acostarse a deshoras, levantarse muy pronto, planificar y organizar el trabajo diario, cerciorarse de que todo marcha correctamente, mantener la concentración máxima e incluso, de vez en cuando, obligarse a sí misma a desconectar completamente. Desde luego no será esta casa quien niegue la dificultad de volver a la vida ‘real’ después de un campeonato de estas características.
* * *
Termina uno de los “días largos” de su rutina. Acaba de volver del pabellón del club de balonmano de La Roca, cansada pero con ánimo de charlar. Durante la semana compagina su trabajo en el centro R3 Manresa con labores de voluntariado en el club catalán, donde aparte de atender a los y las jugadoras que lo integran, también realiza un trabajo de prevención de lesiones con las categorías base. De hecho, la joven vasca no sólo domina la materia por sus estudios (fisioterapeuta por la UAB, Máster en Readaptación a la Actividad Física y a la Competición, especializada en fisioterapia deportiva) ni por la profesión que ejerce (fisioterapeuta y readaptadora física), sino también por haber sufrido en sus propias carnes varias lesiones durante sus años de jugadora. Así pues, ‘Müller’ es altamente capaz de empatizar al máximo con cada uno de sus pacientes y quizás, más allá de sus conocimientos y su energía siempre positiva, esta fuese una de las razones por las que fue elegida para el puesto que ahora ocupa en lo más alto de nuestro deporte.
Según explica, durante el tiempo que ha pasado desde que volvió de Japón hasta que le ha tocado ir a Egipto ha seguido formándose por su cuenta y, junto a Sergi, Dani y el resto de equipo de FitGood, han continuado trabajando con la IHF desde la distancia, de la forma en que la pandemia les ha permitido. “Este año me ha servido para, en cierto modo, madurar y creo que por eso me he visto más tranquila y más segura de mí misma en esta última experiencia en tierras egipcias”, cuenta. Lo cierto es que, a pesar de ser algo común pero al contrario de lo que les sucedió en Japón, en esta cita mundialista los tres han tenido que repartirse por las distintas sedes del campeonato, con lo cual ‘Müller’ tuvo que coger las riendas del grupo que ‘vivió’ en El Cairo.
“Los tres estábamos en contacto en todo momento y nos repartimos las tareas, pero sí que fue toda una experiencia el tener que estar al frente de alguna manera porque, entre otras cosas, la confianza que los árbitros depositan en ti es total y absoluta y tienes que responder al más alto nivel”, comenta. Pensando en cómo se las apañaron a pesar de las restricciones, la joven vasca no puede evitar acordarse del personal sanitario cuya labor en estos tiempos está siendo tan difícil y tan importante: “Yo, de verdad, no sé cómo debe estar siendo el trabajo en los hospitales si nosotros ya, por la labor que hacemos, hemos tenido que habituarnos a rigurosas rutinas a las cuales no estábamos acostumbrados antes”. La mascarilla, el gel, los guantes de turno, la limpieza máxima de las zonas donde tratar a los árbitros… todo repetido en bucle hasta incorporar estas nuevas costumbres al hábito de trabajo. “Por precaución, decidimos prescindir del uso del gimnasio y realizar los entrenamientos outdoor, por ejemplo, igual que muchos de los ejercicios que antes hubieran implicado más contacto entre ellos, hubo que modificarlos. Obviamente nada de excursiones en los días libres, ni paseos por la ciudad para desconectar…”, se lamenta, aunque admite que todo esto era algo con lo que ya contaban antes de viajar allí.
* * *
Echando la vista atrás, más concretamente hasta mediados de diciembre del año 2019, imaginamos, en una pequeña cafetería ubicada en una de las calles más abarrotadas de la ciudad de Kumamoto, una charla distendida entre el único medio en español presente en el Mundial femenino de Balonmano y la que era, entonces por primera vez, la fisioterapeuta y readaptadora física del equipo arbitral del campeonato. “Cuando me llamó Dani para ofrecerme la posibilidad de incorporarme al grupo involucrado en este proyecto de la IHF, no fui consciente de que resultaría ser un sueño que ni siquiera sabía que tenía”, arrancaba diciendo Maria, que terminaba confesando: “Combinar la profesión que amo con uno de los deportes que también más me gusta, en el más alto nivel… No sé cómo explicarlo, los primeros días cuando me veía caminando entre las mejores jugadoras del mundo me parecía todo muy surrealista, la verdad”. Se reía. “Luego ya te acostumbras, la verdad. Lo que sí debo admitir es que, en cuanto a los árbitros, yo misma estoy descubriendo un mundo totalmente paralelo dentro del torneo. Y te diría que a la mayoría nos cuesta ponernos en su lugar”, quiso advertir. Tras el desarrollo de aquel Mundial en concreto, la IHF y FitGood renovaron el contrato que tenían hasta la fecha por dos años más y, así, de momento continúa el plan para el desarrollo y profesionalización de uno de los estamentos más incomprendidos del deporte en general y en este caso del balonmano en particular.
El arbitral es ese otro equipo que también participa en cada torneo y normalmente tan poco reconocimiento recibe. Ni qué decir la tendencia que existe por parte del público en general. Ya sea por falta de empatía, por desinterés y/o por desconocimiento, esta tercera figura sobre la pista es normalmente aquella que suele o bien pasar desapercibida, o bien ser crucificada por la opinión popular. “Quizás pensamos que los árbitros no se lesionan, que no les pasa nada, que sólo corren y pitan. Y bueno, yo diría que es mucho más. Puede que sea cierto que ‘sólo’ corren pero, en realidad, no es eso. Ellos también están en situación de fatiga durante los partidos y tienen que tomar decisiones en esos momentos, con lo cual eso afecta no sólo a la hora de arbitrar sino también a la hora de lesionarse o padecer dolencias, porque la fatiga es un factor de riesgo importante. Además, y más en el caso de este tipo de torneos, ellos están sometidos a una presión bastante grande y eso es algo que también se ha de tener en cuenta”, reflexionaba ‘Müller’ entonces aún en Kumamoto.
Al parecer, la figura de ‘fisio’, según supo Playmaker durante aquel Mundial de 2019, era un servicio que ya se venía pidiendo por parte del equipo arbitral, porque hasta el momento no existía. Un equipo, cabe recordar, sin el cual sería imposible competir. Así que, con la inclusión de Maria al grupo de 'FitGood Pro', aquel fue el primer año en el que la IHF pudo atender a esta demanda colectiva del estamento arbitral. Su principal responsabilidad durante los campeonatos sería, y es desde entonces, encargarse de que estas personas lleven a cabo la mejor recuperación posible entre partido y partido, más allá de un adecuado entrenamiento y cuidado. “Ya sea a nivel físico o mental, en la medida en la que podemos, tanto los preparadores físicos que también están aquí como yo misma tratamos de conseguir que estén en las mejores condiciones posible para ese día de partido en el que les toque arbitrar”, explicaba la joven vasca.
El endemoniado 2020 fue precisamente el año que separó los Mundiales de Egipto y de Japón, y debido al cual la IHF tuvo que tomar la decisión de cancelar los máximos campeonatos junior y juvenil femeninos, que en circunstancias normales se tendrían que haber disputado en Rumanía y en Croacia (inicialmente en China) durante aquel verano. Así pues, la falta de actividad en primera línea de combate propició que la máxima institución del balonmano mundial impartiera más formaciones y charlas online que de costumbre durante ese periodo de tiempo. En lo que al equipo de FitGood respecta, se ocuparon de ofrecer formaciones de todo tipo, tanto aquellos que ahondaron más en el aspecto psicológico, por ejemplo, como también en la nutrición. Sergi, por ejemplo, estuvo más involucrado en este tipo de sesiones y también en aquellas en las que mostraron a los y las participantes distintas estrategias para sobrellevar el confinamiento, así como maneras de hacer frente a la post-pandemia debido a las posibles afecciones económicas y/o psico sociales que esta pueda acarrear. Por otro lado, en el caso de Maria y Dani, ambos abordaron más temas como la prevención de lesiones y las pautas correctas para el entrenamiento ideal. De esta manera la Comisión de Árbitros y Reglas de Juego (PRC) de la IHF se aseguraba, como mínimo, mantener esa conexión que podría verse dañada debido a la imposibilidad de trabajar sobre el terreno.
“Los árbitros y las árbitras hacen un trabajo físico durante toda la temporada. Un trabajo que les marca la IHF, por supuesto, y aunque cada uno pueda tener más o menos variables en sus tareas, todos tienen ese trabajo que hacer. Después, cuando llegan aquí, pasan unos test para que les midan la masa grasa, la masa muscular, la grasa visceral, etc. y es así como se mantiene un control de ellos a nivel físico y de estado de forma”, explicaba ‘Müller’ en aquella charla en Japón. Ella misma se confesaba “sorprendida” ante tal descubrimiento porque aunque la gente asuma que las y los jugadores profesionales pasan por estos controles en sus respectivos clubes/selecciones, “en el caso de los árbitros, yo por lo menos nunca me paré a pensar qué tipo de controles tienen, y creo que habrá mucha gente igual que yo”, decía y sentenciaba con una breve reflexión al respecto: “Cuando ves en primera persona que pasan por esto, que tienen baremos que cumplir y se les exige tales mínimos, te hace pensar y te sorprendes, porque ves que realmente sí que se está intentando profesionalizar lo máximo posible a estas personas que son parte del juego a pesar de que prácticamente ninguna vive de ello aún”.
De la misma manera que no se concibe una selección nacional sin un fisioterapeuta en sus filas, tampoco se entiende que el equipo arbitral no disponga de una persona o de un conjunto de ellas que puedan proporcionarles el cuidado que necesitan durante un Campeonato del Mundo, como es el caso. “A mí me parece totalmente lícito que reclamasen esta figura y creo que están muy contentos por el servicio que se les ha proporcionado, independientemente de quién lleve a cabo estas labores”, comentaba ‘Müller’ empatizando de forma inevitable con aquellas personas que llevaban dos semanas confiando en ella y en el ‘modus operandi’ de todo el staff. “El servicio de fisio que se les ha ofrecido no hubiera funcionado de no ser porque ellos mismos han sido los primeros en confiar en nosotros, y eso me alegra, porque quizás como cualquier jugador en un momento dado ellos también han podido callarse o aguantarse el dolor por miedo a no poder arbitrar. En definitiva, sea yo, o sea otra persona, por fin hay alguien que atiende sus dolencias y que les ayuda a autogestionarse o autotratarse en momentos en los que sientan una alta carga muscular, con lo cual creo que es motivo de alegría porque creo que están muy agradecidos por el apoyo tan importante que les supone”.
En cuanto al futuro no sólo de este tercer elemento en discordia que supone el árbitro/a, sino del proyecto de desarrollo y mejora colectiva que tiene entre manos la IHF con Ramón Gallego como principal responsable e impulsor, Maria cree absolutamente en que sea factible continuar por el camino que comenzó a trazarse en 2017. “Esto, realmente, acaba de empezar y ya se ven mejoras. Por lo tanto, y habiendo tantísimo que aún se podría pulir, me parece que es un plan con el que se debe continuar. Estaría genial que a medida que pasen los años se pudiera disponer de un control de las lesiones de cada árbitro, se pudiera hacer un trabajo de prevención específico con cada uno y que pudieran hacerlo desde casa. Que hubiese un seguimiento continuo, básicamente, porque este campo es muy amplio”, asegura.
* * *
Acompañándola con algo de café japonés y unos dulces con forma de Pikachu, aquella charla en 2019 culminó con una sincera reflexión sobre el arbitraje que salía de alguien a quien esta experiencia tan “difícilmente mejorable” le hizo abrir un poco más sus miras: “Me han parecido gente que tiene ganas de trabajar y de mejorar pero, sobre todo, he comprendido que es muy muy duro ser árbitro. Por lo que he ido viviendo en este Mundial, me llama la atención la manera en que se concentran, cómo se preparan para los partidos, cómo cada día tienen esas pequeñas reuniones para analizar el partido que han hecho… Porque cabe mencionar también que se reúnen de forma individual con el analista que suele estar mirando sus partidos para corregirles. Así que tengamos en cuenta que son observados no sólo por todos los espectadores sino también por todo el Comité de Árbitros y eso es una presión añadida. [Con los estadios vacíos, incluso, Maria ha comprobado y sabe de buena tinta que arbitrar se vuelve incluso más complicado ante tal escenario por varias razones] En definitiva, creo sinceramente que es difícil su labor, el tener que gestionar esa presión y tomar una decisión en milésimas de segundo en un momento concreto de un partido. Porque el encuentro puede que esté más o menos apretado, pero en su caso ellos han de estar los 60 minutos a tope, sin opciones de cambio y teniendo en contra a los jugadores, al banquillo… Me gustaría que esto valiera de reflexión”.
Sonriendo, aunque probablemente no siendo muy consciente de la importancia de su relato ni de los matices de una perspectiva tan legítima, Maria se despide hasta la próxima. Sueña, bromeando, con unos hipotéticos Juegos Olímpicos (¿y quién no?) pero “siendo realista”, apunta hacia su próximo gran objetivo: el Mundial femenino de España. Ya la IHF se ha visto obligada a cancelar las dos grandes citas Junior y Juvenil masculinas que estaban previstas para este año 2021, por lo tanto, y salvo que el mundo se acabe un día de estos (toquemos madera), será precisamente allí, a unos pocos kilómetros de su piso en Manresa, donde podrá continuar desde las trincheras con esta labor tan maravillosa y tan necesaria.
Comentários